En los últimos meses el precio del aceite de oliva no ha parado de subir y ha llegado a superar los 6 euros por litro en alguna marca de virgen extra. Tanto es así que resulta imposible comprar un aceite virgen extra de la cosecha actual por menos de 4,50 euros por litro.
Únicamente se pueden encontrar ofertas en aquellos aceites que llevan más de 12 meses almacenados y que han perdido gran parte de sus propiedades. Y es que existen especuladores que, aun sabiendo que el aceite de oliva es un producto “vivo” y que no puede conservarse durante largos periodos de tiempo sin que su calidad se vea afectada, siguen almacenándolo y reventando el mercado cada vez que tienen ocasión.
Esta subida de precios del producto estrella de la dieta mediterránea tiene un antecedente en 2015, cuando la sequía y la bacteria Xylella afectaron al olivar y a la producción de aceituna, que se redujo a la mitad.
Este año el precio del aceite de oliva virgen extra y el aceite de oliva virgen están casi a la par y se han vendido superando incluso los 4 euros por kilogramo en origen. También los lampantes han sufrido mayores aumentos en lo que llevamos de año, superando incluso un 40% de incremento.
¿A qué se debe esto? En primer lugar, en nuestro país la cosecha se redujo el año pasado un 8% coincidiendo con pésimas campañas en Italia, Grecia y Túnez, que llegaron a disminuir hasta un 50% en algunos casos. Esto ha provocado que dichos países, para poder continuar con sus ventas, hayan comprado producto español. Esto se ha traducido en un aumento del precio del producto dentro de nuestras fronteras.
Por otro lado está la escasez de lluvias. Este problema climatológico que afecta a todos los países del arco mediterráneo puede provocar que poco a poco se vaya reduciendo el volumen de las campañas. Esto, junto a un aumento del consumo de aceite de oliva a nivel mundial, provocaría un aumento constante de precio.
¿Y cómo afectan estas variaciones al consumidor final? Las ventas de aceite de oliva en España se han reducido, mientras que ha aumentado el consumo de aceite de girasol. No podemos decir lo mismo en el caso de las exportaciones, ya que mantienen su crecimiento y, de seguir así, quizás el aceite de oliva se convierta en un producto diseñado para su exportación, dado el alto precio que están dispuestos a pagar en los mercados exteriores por este valioso producto para la salud.
Por todos estos motivos, todo apunta a que los precios de esta campaña continuarán siendo elevados y tendremos que esperar a la cosecha en nuestro país y países vecinos para poder observar si el mercado español es capaz de retomar la senda de precios marcados hace un par de años.
Lo que está claro es que a nivel internacional el aceite de oliva continuará con un aumento de consumo en todos los mercados, en los que poco a poco van conociendo sus beneficios para la salud. Además, favorece claramente la guerra que el “mundo” de la distribución ha iniciado contra el aceite de palma, queriendo retirar de sus lineales todos aquellos productos que contienen aceite de palma entre sus ingredientes.
También se está viendo favorecido el aceite de girasol, manteniendo unos precios estables y a la baja durante los últimos meses, lo que está provocando un repunte de sus ventas dentro de nuestras fronteras. Muchos de esos nuevos clientes nunca volverán al aceite de oliva o quizás sí, pero con un consumo mucho más reducido que antes.
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